25 de julio de 2014

En el País de la Nube Blanca por Sarah Lark




Editorial: S.A. Ediciones B de Bolsillo
1ª edición: febrero 2013
Páginas: 746 pág.
Género: Rómántico/ Histórico/ Ficción literaria










Londres, 1852: dos chicas emprenden la travesía en barco hacia Nueva Zelanda. Para ellas significa el comienzo de una nueva vida como futuras esposas de unos hombres a quienes no conocen. Gwyneira, de origen noble, está prometida al hijo de un magnate de la lana, mientras que Helen, institutriz de profesión, ha respondido a la solicitud de matrimonio de un granjero. Ambas deberán seguir su destino en una tierra a la que se compara con el paraíso. Pero ¿hallarán el amor y la felicidad en el extremo opuesto del mundo?
  

Este es el resumen disponible en la contraportada de este libro y en todas las páginas webs que uno puede consultar pero, personalmente, creo que no le hace justicia. Las dos protagonistas son mucho más que aventureras, son tan distintas, como lo puede ser el blanco del negro.

Helen Davenport representa a esas mujeres tan conservadoras, tan clásicas y recatadas que cuando uno las conoce entre las miles de páginas, las admira solo por ser como son y que no desistan de ello. Es un personaje a lo Jane Austen muy bien cometido y que cada vez que hace algo fuera de su zona de confort uno se sorprende y le coge simpatía.

Por otra parte, Gwyneira Silkham es una mujer que debería haber nacido un siglo más tarde. Pionera en muchas cosas y valiente en otras tantas. Con un conocimiento muy superior a los hombres en algunas cosas, sobretodo en la cría de ovejas y de perros pastores, los famosos collies.


“Gwyneira no se hacía ilusiones: siendo la tercera hija no podía esperar gran cosa. Especialmente porque su hermano vivía a costa de su padre. John Henry “estudiaba” en Londres. Gwyneira tan solo se preguntaba qué disciplina.”

Pero la sinopsis no hace mención de otras cinco niñas, huérfanas, enviadas por las “Buenas” mujeres de alta alcurnia de Londres, que se ocupaban de los orfanatos y demás lugares de beneficencia. La excusa es archiconocida: en Nueva Zelanda hay más oportunidades que en el viejo Londres para cinco niñas sin profesión. Miss Davenport es escogida como su acompañante de mayor edad, puesto que las niñas tenían entre ocho y once años y ello hace que todos los acontecimientos se precipiten. Durante el viaje ella les da una educación de ladie, para que puedan tener algún oficio de criada, algo escaso en este nuevo mundo.

La novela no solo trata la historia de nuestras dos protagonistas, sino que a lo largo de todo el texto nos vamos encontrando con explicaciones de la cultura de los maoríes, de qué significa Nueva Zelanda, de cómo los colonos ingleses no siempre han sido justos con los nativos y una infinita información sobre la cría de ovejas y perros pastores. Es un relato sobre los buscadores de oro, caza de ballenas, la homosexualidad y un largo etcétera. Y así, a lo largo de más de veinte años seguimos la historia de Helen y Gwyneira, de sus hijos y de tanto en tanto se cruza su historia con la de las cinco niñas y viejos amigos dejados en Londres. Y hay momentos mágicos:


“Se quedaban abrazados y escuchaban el golpeteo de las gotas de lluvia en la cubierta, se estrechaban el uno contra el otro y se contaban historias.”

Personalmente me ha parecida una novela genial. No la puedo recomendar a todos los lectores, solo a aquellos a los que les gusta una lectura pausada pero sin aburrirse. Aquellos que disfrutan con asesinatos, traiciones y espectaculares giros de historia que dejan a uno boquiabierto quizás no disfrutarán del todo de la escritura de Sarah Lark, aunque hay un poco de todo ello en esta novela. Pero el estilo de la autora es muy natural y mientras lo leía me pareció recordar a Jane Eyre, a las Dashwood y demás, aunque de una forma mucho más trasgresora y atrevida. Un perfecto libro para unas vacaciones tranquilas en la playa.


“La joven se llevó las manos al vientre y alzó los brazos con un gesto que lo abarcaba todo, como si quisiera abrazar con él los valles y las montañas.”

Por Nitha

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